En su tercera novela, Dickens describió con crudeza y rasgos cómicos las terribles condiciones de vida de los niños en determinados colegios. Aunque aseguró que, para hacer creíble la historia, había rebajado el tono, consignó el suficiente horror para impulsar la reforma de esos centros. Las desigualdades sociales, los contrastes entre personajes decentes y villanos, la mezcla de humor y melodrama y la trama rebosante de peripecias le ganaron el favor de sus lectores. Ahora la podemos disfrutar en esta excelente edición con las ilustraciones originales.