(FRANCISCO SOLANO) A Julien Gracq se le podría aplicar la distinción que él veía en Proust: el poder de resolución de la mirada. Los hechos, en su narrativa, son siempre difusos, en general más atmósfera que suceso, pero con esa contingencia se origina el movimiento, o más bien el enclave de la mirada que al desplazarse fusiona la intimidad y la contemplación.
El rey Cophetua es evocativa porque todo traspasa cuando sucede.