(JESÚS JIMÉNEZ) Un asunto de familia de Hirokazu Kore-eda fue una de las mejores películas de 2018. Y también una de las más premiadas: consiguió la Palma de Oro del Festival de Cannes, fue finalista a los Oscar de Hollywood y a los Globos de Oro (en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa), ganó el Premio César a la película extranjera... Y recibió el aplauso unánime de público y crítica por su desgarrador pero maravilloso retrato de la sociedad japonesa actual a través de la familia más peculiar que hemos visto en el cine.
Una familia en la que se combinan la mayor ternura con elementos perturbadores; y en la que nada es lo que parece. Una auténtica joya del séptimo arte que ahora se convierte en una fantástica novela, escrita por el propio Hirozaku Kore-eda, que vuelve a conquistarnos con las peripecias literarias de esta sorprendente familia, que esconde más de un secreto.
Un asunto de familia (Nocturna) es la primera novela del japonés que se publica en España y esperamos que no sea la última, porque funciona muy bien de forma independiente, aunque también es un estupendo complemento a la película.
La historia es tan buena, tan emocionante, que la disfrutaréis de cualquier forma que elijáis y también podéis combinar el cine y la literatura porque la experiencia es distinta pero igual de gratificante.
Y, como sus películas, está escrita con una sencillez, una delicadeza y una autenticidad que, sin embargo,tampoco le impide retratar algunos de los lados más oscuros del alma humana. Pero descubrir en sus páginas la ilusión que puede hacer a una niña, que nunca ha tenido nada, que le regalen su primer bañador, es inolvidable. Kore-eda logra que todos nos sintamos como ella: un poco niños.
Al igual que la película, la novela nos cuenta la historia de una curiosa familia que sobrevive con trabajos inestables y mal pagados; y solo consigue llegar a fin de mes gracias a la pensión de la abuela y cometiendo pequeños hurtos en supermercados. A pesar de esas carencias se las arreglan para ser felices y no perder la esperanza en una situación que, a muchos, nos habría hecho tirar la toalla.
Pero cuando el padre y el hijo vuelven de realizar uno de esos pequeños hurtos, en una noche gélida, descubren a una niña sola en la calle; así que deciden llevarsela a casa y darle de comer, con la intención de devolverla enseguida. Sin embargo, la niña presenta signos evidentes de malos tratos y de desnutrición, por lo que la familia, a pesar del peligro de ser acusados de rapto, deciden cuidarla como si fuera su propia hija. Algo a lo que la niña accede encantada, lo que les ratifica en su decisión.
Tras una época de feliz convivencia, un desgraciado accidente pone a prueba los lazos que unen a esta familia que, como decimos, oculta numerosos secretos. Algunos de ellos moralmente reprochables pero que no impiden que sea la familia a la que todos nos gustaría pertenecer.
Y es que Hirozaku Kore-eda nunca juzga a sus personajes, deja que sus obras hablen por ellos e incluso consigue que les comprendamos. Qué simpaticemos con sus errores. Y es que cada uno de sus pequeños triunfos es un rayo de esperanza en una vida muy complicada.
Sin olvidar el maravilloso final de la historia, tan duro como emotivo y emocionante. Pocas historias tienen un final más sorprendente y redondo que esta.
A quién sí critica Kore-eda en la novela es a la actual sociedad japonesa, en la que cada vez hay más diferencias entre las clases ricas y las pobres (como en el resto del mundo). De esa forma vemos que cada miembro de la familia hace lo que puede para colaborar con la economía familiar, desde trabajar honradamente (con sueldos miserables) hasta de señorita de compañía (la hermana mayor), pasando por los pequeños hurtos que comenten los niños o la pensión que la abuela comparte con los demás.
En la novela Kore-eda también aprovecha para retratar más en profundidad los lazos que unen a esta familia y nos explica mejor cómo cometen esos pequeños hurtos que les permiten llegar a fin de mes. Todo con un lenguaje muy sencillo y directo, como su cine. Una sobriedad con la que consigue transmitirnos los sentimientos de los protagonistas con una emotividad que nos hace enamorarnos de todos ellos.
Aunque finalmente los secretos destruyan a esta familia perfecta, durante el tiempo que dura la ilusión, todos queremos ser esa niña que escapa de los malos tratos para descubrir que unos desconocidos pueden ser la familia con la que siempre había soñado.
Por cierto, imposible no acordarse de la maravillosa actriz Kirin Kiki, una de las grandes del cine japonés, que interpretaba a la abuela en la película y que falleció el año pasado, poco después de acabar el rodaje.