(JESÚS FERRERO). En la turba, de Laurent Mauvignier, muestra la cara más negra de la sociedad del espectáculo a partir de la tragedia de Heysel. A través de una urdimbre formada por personajes de diferentes nacionalidades (franceses, italianos, belgas, ingleses), Mauvignier nos va introduciendo en el infierno de las masas: conglomeraciones de individuos que solo dejan de serlo cuando se diluyen en la muchedumbre.
Lo que ocurrió en el estadio de Heysel en 1985 fue la transformación de dos multitudes beligerantes, pero amordazadas por el tabú de matar, en dos fuerzas en guerra capaces de generar una matanza. Algo que está siempre en el horizonte de todos los ritos que dan cabida a la doble masa.
Apoyándose en los monólogos, Mauvignier teje una trama emocional en la que va pasando de las circunstancias personales, llenas de presagios vinculados a la idea de destino, a las circunstancias colectivas, rozando a veces los estereotipos. ¿Hay que reprochárselo al autor de En la turba? No, si advertimos que muchos individuos de ahora o bien son estereotipos encarnados, o bien se convierten en estereotipos cuando se disuelven en la masa, que es en sí misma un rugiente y gigantesco estereotipo, como se observa en esta narración con un final radiactivo donde accedemos a las vertiginosas dimensiones del pánico.
De hecho, hay que llegar al final para apreciar la magnitud de la tragedia y comprender el verdadero horizonte de esta novela, en cuyo amplio registro percibimos la cara más negra de la sociedad del espectáculo tal como lo entendían los romanos y tal como lo seguimos entendiendo en nuestros días.