Difuminar las fronteras entre lo real y lo onírico entraña muchos riesgos. Obliga a transitar por una delgada línea en la que cualquier pequeño desliz puede llevar el proyecto a la bancarrota. La escritora Kazumi Yumoto se embarca en esta siempre complicada aventura con su novela Viaje a la costa (Nocturna ediciones). Logra salir ilesa y deja como legado un relato apreciable, ciertamente brillante en determinadas fases.
Desde las primeras páginas, son múltiples las referencias que despierta en el lector este Viaje a la costa. Pero casi todos los caminos convergen hacia ese monumento literario que responde al nombre de Pedro Páramo, firmado por Juan Rulfo. Resulta imposible alejarse del relato del mexicano cuando se apuesta por una fábula en la que vivos y muertos comparten espacio con naturalidad. Por mucho que la tradición nipona esté repleta de historias de fantasmas y seres del más allá que se dejan caer por nuestra dimensión.
A pesar de ello, la escritora nipona dota a su relato de autonomía, originalidad y una gran personalidad. Así consigue que el lector se embarque con agrado en el apasionante y turbador viaje que realizan la joven Mizuki junto al fantasma de su marido, al que ya se daba por muerto tras desaparecer hace tres años y que, de repente, una noche, se aparece en su cocina.