(ANTONIO UBERO) El mercado necesita de etiquetas aunque lo que anuncian no siempre identifica al producto, creando así cierta confusión y, lo que es peor, corriendo el peligro de defraudar al consumidor. La literatura no ha escapado de esa tendencia, y lo cierto es que en muchas ocasiones aunque la marca atraiga consumidores (lo que no deja de ser un privilegio para el autor, y una bendición para el editor), aleja a otros que quizá se sientan poco interesados por lo que supuestamente contiene la obra publicitada. Y de esa forma, hay quien se pierde novelas estimables...
... que se convierten por efecto del mercado en productos perecederos. Sueños de piedra, la nueva novela de las jovencísimas escritoras Iria G. Parente y Selene M. Pascual, obecede a esa categoría de novelas con impronta que las coloca en un grupo genérico que difumina sus virtudes literarias.
Es cierto que el argumento la circunscribe en el género fantástico, que su estilo sencillo y directo es un reclamo eficaz para el público juvenil, ávido de épicas con no demasiados alardes eruditos, y que su imagen refuerza la intención de dirigirse hacia un público objetivo. Todo ello es irreprochable, y a buen seguro que le reportará los beneficios perseguidos para bien de todos.
Es más, la novela cumple con creces todo lo que propone, pues se trata de uno de esos relatos fabulosos al que no le falta ninguno de los ingredientes del género: caballeros, princesas, magos, villanos, etc., pero lo realmente sorprendente es que, tratándose de un terreno tan trillado, las dos autoras hayan logrado una historia original y además muy bien contada.
Tal y como seguramente explicarán en la presentación de la novela, que tendrá lugar el próximo viernes, 6 de noviembre en la librería Educania, de Murcia, Parente y Pascual han creado una novela apasionante en la que demuestran una destreza narrativa asombrosa.
Es ahí donde la mercadotecnia patina, pues quien no guste de este tipo de narrativa se perderá una obra de gran calidad, en la que el ritmo y el estilo se acoplan con una precisión impresionante; algo especialmente complicado cuando se trata de una obra escrita a cuatro manos. Pero se nota que Parente y Pascual se entienden a la perfección, pues Sueños de piedra es una de esas novelas que esconde el embrujo de la gran literatura.
Una historia evocadora, con sus dosis precisas de acción y romance, humor y tragedia, con unos personajes sólidos y unos escenarios descritos con esmero, que permiten crear el ambiente idóneo para atrapar la atención del lector que demuestra la madurez extraordinaria de sus autoras, y sobre todo presagia un porvenir esplendoroso a sus autoras. Una novela atractiva para el público juvenil, y sorprendente para los adultos.