Coincidiendo con el 40 aniversario del asesinato de Pier Paolo Pasolini, pero sin haber buscado en absoluto ese detalle, el escritor abulense José María García López ha publicado una novela en la que «reivindica» la memoria de un intelectual italiano de relevancia internacional, un cineasta, escritor y poeta que fue, ante todo, un hombre libre al que su empeño en serlo le deparó muchos y muy grandes problemas. Pasolini o La noche de las luciérnagas (Nocturna), que ese es el título de la novela, trae al presente la fuerza vital y las contradicciones de un hombre que convivió con muchos demonios pero que siempre mantuvo una «firme, insobornable y controvertida posición política».
¿En esta obra sólo recupera la memoria de Pasolini o también reivindica a un creador singular al que el presente ha olvidado?
La novela es, fundamentalmente, una reivindicación de Pasolini, intelectual, política y en mi caso también sentimental. Lo de los 40 años no tiene importancia porque yo no pensé en escribir una novela coincidiendo con esa fecha, ha sido pura coincidencia.
¿Considera que fue un personaje fundamental en la cultural europea reciente?
Sí. Pasolini fue una figura clave en Italia, pero también en el conjunto de Europa, principalmente a través del cine, actividad creativa a la que pronto sumó poesía, novelas y artículos periodísticos.
¿Por qué fue un intelectual tan importante?
Porque fue un hombre clave; era una persona muy directa y muy crítica con las cosas que ocurrían en Italia y fue un poco la bestia negra de la democracia cristiana, más que del neofascismo que nunca dejó de haber en Italia.
¿Por eso considera que es bueno reivindicar su aportación a la cultura europea?
Creo que es bueno que su obra vuelva a valorarse en el presente. La figura de Pasolini es para mí muy interesante, y cuando la gente joven, que habitualmente no lo conoce, ve su cine se queda sorprendida y fascinada por su lenguaje cinematográfico, ni torpe, ni elemental, ni anticuado, sino muy vigente para la estética contemporánea. Además, tuvo relación con mucha gente del mundo de la cultura como Umberto Eco, Alberto Moravia, Sastre, en el mundo de la semiología y de la política, y de ahí salieron buenas ideas.
¿Fue también un pensador en ocasiones contradictorio?
Sí, lo fue. Hizo una película singular como El evangelio según Mateo y sorprendió por su calidad y porque el Vaticano tuvo que defender a quien era un pecador notorio, un buscador de chicos en las noches de Roma, ya que construyó una película magnífica sin hacer ningún sesgo, simplemente como un poema de un valor intelectual nítido. El Vaticano, gran enemigo suyo, la calificó como impecable desde el punto de vista teológico, exegético y político. El estreno en Roma fue un espectáculo, porque los cardenales iban en su coche oficial a llenar los cines. Y, curiosamente, mientras que la Iglesia le alababa empezaron a atacarle desde la izquierda.
¿Era también un provocador?
Pasolini era un hombre libre y valeroso, podríamos decir que incluso temerario, pero él no se creía un provocador porque pensaba que lo que hacía era lo que tenía que hacer...., aunque en el fondo era provocación lo que resultaba de su actitud. Por ejemplo, meterse con el mundo del petróleo, a investigar las empresas multinacionales que tenían el monopolio, era algo a lo que no se atrevía casi nadie.
En ese aspecto, ¿se puede comparar a Pasolini con Saviano?
Pues bien pensado, creo que sí. Saviano es, con todos mis respetos y admiración, un producto de nuestro tiempo, en una época más contaminada e incluso más peligrosa. En la última entrevista que hicieron a Pasolini, el día anterior a que fuese asesinado, le preguntaron que qué titular le ponían y él dijo que «Todos estamos en peligro». Pero en aquel momento el intelectual se creía más protegido, como un estamento personal más seguro; es verdad que la mafia actuaba y morían periodistas, pero eran más ingenuos. No sé por qué Pasolini no tenía miedo a la muerte, pero la muerte estaba siempre en su cabeza. Por eso creo que sí hay paralelismo, quizás hoy Saviano está más seguro porque el mundo de la protección está más controlado. La protección de Saviano implica falta de libertad, algo a lo que nunca renunció Pasolini, y quizás ese fue su precio.
¿Quedó mucha gente impune en el asesinato de Pasolini?
Yo creo que sí. Siempre que hablo de ese tema lo hago como si yo supiera y como si los investigadores lo supieran, pero lo cierto es que hay un misterio todavía al respecto, hay cosas que no se saben. Por ejemplo, la familia directa cree que no fue un crimen de estado sino el resultado de exigir dinero a un individuo muy notorio, el resultado de chantajearle porque le habían robado unos rollos de película en Cinecittá y le pidieron dinero para devolvérselos. Posiblemente hay tres elementos coincidentes que intervinieron para darle una paliza, no para matarle, y quizás también intervino de alguna manera la mafia en respuesta a las denuncias de Pasolini.
Especulando un poco, ¿podría decirse que si no hubiese muerto a esa edad Pasolini se hubiese consolidado como uno de los grandes de la cultura mundial del siglo XX?
Yo creo que sí. Pasa un poco como con Lorca, hay quien afirma que no hubiese tenido la trascendencia que tiene si no hubiese sido asesinado al inicio de la guerra civil, pero yo creo que sí la hubiese tenido, porque era joven y había escrito obras de teatro y poesía muy interesantes y hubiese continuado. Y Pasolini también, murió con 53 años, muy joven, y era un trabajador ímprobo; cuando estaba un tiempo haciendo cine le resultaba insuficiente y se pasaba a la poesía, luego le parecía también insuficiente y escribe en un dialecto antiguo del latín; un hombre insatisfecho y buscando siempre renovarse. Yo creo que él hubiese continuado como un intelectual comprometido, en el fondo y en las formas.
¿Se daría por satisfecho si quien lee su novela se interesa por Pasolini, lo conoce mejor y ayuda a recuperar su memoria?
Ojalá que ocurriese así. Yo he trabajado mucho esta novela, que es bastante sintética, sencilla en el estilo pasoliniano, pero que está llena de información. Y estoy muy satisfecho, especialmente, de cómo se gestan la culpa y esa amargura un tanto exhibicionista de Pasolini a partir de la muerte de su hermano Guido, asesinado por los partisanos, que marca su infancia y adolescencia, algo que no se tratado mucho pero que es un elemento que luego informa todo lo que hace Pasolini en su vida y en su obra, es fundamental para conocer el por qué de muchas de sus decisiones. Y creo que acerté, por casualidad, poniendo eso al final y empezando ya en los años 50, cuando huye con su madre a Roma, en la que afirmó que era la única aventura novelesca que le ocurrió en la vida, porque para él su madre era un ídolo, y viceversa, a pesar de que había vivido muchas aventuras.