(EUGENIO FUENTES) Cuando en 1997, el alemán Kehlmann, que por entonces contaba 22 años, publicó La noche del ilusionista no podía imaginar que pronto iba a convertirse en uno de los autores germanos más conocidos. Kehlmann no es un recién llegado a España, ya que buena parte de su obra ha sido traducida, comenzando por La medición del mundo (Maeva, 2006), la novela alemana más vendida desde El Perfume. La noche del ilusionista, puro onirismo y sorpresa, nos acerca a Arthur Beerholm, cuya madre adoptiva fue fulminada por un rayo siendo él niño y en cuya formación la matemática y la teología se dieron la mano con el ilusionismo.
Tutelada por la figura de Pascal –Kehlmann cambió sus estudios de posgrado en Filosofía por la narrativa–, La noche del ilusionista es una narración abierta, alimentada por una oscura ambigüedad, en la que los juegos de manos son la puerta para tratar de subvertir el sentido de la vida.