(ÁNGEL CABO) Pensemos en un viejo álbum familiar de fotos en blanco y negro. Nos detenemos en una imagen aquí y otra allá. De repente, por un impulso de la memoria, volvemos atrás las páginas. Ahora, en cambio, saltamos a las más recientes...
De vez en cuando, en una instantánea tomada en un aniversario de boda o una confirmación, los retratados, mientras toman sopa, se ponen a discutir de tierras, de política o simplemente chismorrean; podemos observarlos en acción. Así es Días señalados, una novela coral a partir de tres personajes iniciales, un cruce de caminos entre dos familias a lo largo del siglo XX, un espacio de ficción -Staun- que, sin embargo, con el fiordo al fondo deja ver la Dinamarca de la época con su paso por la Segunda Guerra Mundial o la evolución del antiguo mundo rural y agrario a los nuevos tiempos, la sociedad de consumo. Una historia de historias, como la del capataz Hans Peter Cosechadora, muerto a tiros a manos de la resistencia por colaboracionismo con la ocupación alemana; de "atajos interiores", en la que los personajes, bajo la mirada distante y a menudo irónica del autor, pueden resultar miserables o enternecedores, con frecuencia excesivos. Una suerte de realismo mágico donde "Todo era y siguió siendo, todo lo que después tuvo que ser". Si son lectores pacientes y de oído atento, les gustará esta novela pausada. Especialmente recomendable el capítulo "Historia literaria", donde Sørensen se divierte a sus anchas haciendo parodia de su propia creación.
ARGUMENTO: Los Godiksen, de la granja Bisgaard, y los Lundbaek, de la Kristiansminde, cruzan sus destinos en el territorio agrario de Staun generación tras generación, especialmente en los días señalados. La relación entre los jóvenes Axel, Peder y Ellen refleja esos lazos que perduran en el tiempo, en realidad a lo largo del siglo XX danés con sus avatares: la guerra, la transformación del paisaje rural, los primeros divorcios...
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