Aventura laberíntica (Qué Leer)

09 de octubre de 2014
(MILO J. KRMPOTIC) Los adolescentes más distópicos están de enhorabuena: mientras esperan el cierre de la trilogía Los juegos del hambre, pueden llevarse a los ojos el inicio de la de El corredor del laberinto (Nocturna), de James Dashner.
La sinopsis: Nada más llegar al Claro, Thomas solo es capaz de recordar su propio nombre, pero el inmenso laberinto que lo preside le resulta sospechosamente familiar. Cada día, las puertas de la construcción se abren para que los corredores procedan a inspeccionarla, pero, caso de que la noche los sorprenda aún dentro, estos se verán a merced de terribles criaturas.

El realizador: Wes Ball debuta en el largo con este título tras haber trabajado en los departamentos de arte y efectos especiales de Beginers y diversas producciones ligadas al universo de Star Trek.

El reparto: Dylan O´Brien, uno de los protagonistas del Teen Wolf catódico, pone sus piernas al servicio del corredor Thomas. Entre los chavales que pueblan el Claro podríamos destacar a Will Poulter, como el antagónico Gally, y a Thomas Brodie-Sangster, el niño de Love Actually y el Jojen Reed de Juego de tronos. Además, Kaya "Skins" Scodelario pone el toque misterioso y femenino a una función por la que también se pasea la siempre solvente Patricia Clarkson.

El autor: James Dashner (Austell, Georgia, 1972) dejó el mundo de las finanzas para dedicarse a la literatura juvenil, donde ha firmado sagas como las de Jimmy Fincher y The 13th Reality. Con El corredor del laberinto permaneció un año en la lista de best sellers del NYT.

La tración: Son varias, pero muy puntuales y narrativamente lógicas. Los mapas del libro, por ejemplo, se convierten aquí en maquetas, algo más agradecido en términos visuales. El celuloide ha extraviado los edificios del Claro y no cuenta con cuchillas escarabajo, tal y como ha prescindido de la telepatía entre Thomas y Teresa. A cambio, en vez de una desaparición por noche nos ofrece la espectacularidad de un gran ataque de los laceradores a los muchachos clarianos.

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