(EUGENIO FUENTES) Pongamos un crimen:
un hombre asesina a su mujer. Y pongamos que nos adentramos en él, jocosos pero también morosos, a través de un personaje tan impagable como Suso Nogueira, empleado de gasolinera.
Pongamos ahora otro crimen, años atrás. Y pongamos que entre los dos podemos ir tendiendo pasarelas hasta establecer un complejo catálogo de relaciones causa-efecto que, además, muestra cómo medio siglo cambia muchas cosas y deja otras tantas intactas.
Pongamos, en fin, que todo esto, basado en hechos reales, nos lo ofrece el novel Martín Sotelo (1982) deleitándonos con todas las posibilidades de un lenguaje tan maduro como preciso. El resultado, claro, es una primera novela que, lejos de prometer nada, lo confirma todo. Martín Sotelo, que siempre tiene un pensamiento para Onetti, Marsé y Rulfo, ha llegado para quedarse alto.
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