(J. M. GUELBENZU) Dickens ha sido traducido a nuestra lengua con variada fortuna, pero en todo caso puede decirse que la mayoría de su obra ha sido objeto de atención por los editores españoles.
De entre todas las traducciones que pueden encontrarse en las librerías destacan en primer lugar las que ha llevado a cabo Alba Editorial, a cuya espléndida colección de clásicos pertenece la mejor y más completa publicada hasta ahora de
David Copperfield, firmada por Marta Salís, que incluye las ilustraciones originales de Phiz. También destaca la traducción de
Oliver Twist a cargo de Josep Marco Borillo y el equipo de la Universitat Jaume I de Castellón, con las ilustraciones originales de George Cruikshank.
Grandes esperanzas está a cargo de R. Berenguer y acaba de aparecer una espléndida versión de
La pequeña Dorrit a cargo de Carmen Francí e Ismael Attrache. El primero y el tercero se encuentran también en la edición popular denominada Alba Minus. Dos editoriales de bolsillo han sido pioneras en la difusión de la obra del gran narrador inglés: Austral y Alianza Editorial. En Austral hay un
David Copperfield traducido por Carmen Abreu con prólogo de un fan irredento, Juan Tébar. Castalia ofrece un
Copperfield en versión del más dickensiano de nuestros autores: Benito Pérez Galdós, aunque traducido del francés. Alianza ofrece un buen
Pickwick traducido por M. Ortega y Gasset y existe otra versión más moderna, debida a José María Valverde, en DeBolsillo, ciertamente apreciable y que también se encuentra en tapa dura en Clásicos Mondadori. Alianza ha publicado, además,
Historia de dos ciudades, en buena versión de Salustiano Masó, y
Tiempos difíciles, en traducción impecable de José Luis López Muñoz, entre otras. Otras obras mayores encontrables en librerías son:
Tiempos difíciles, en RBA, bien traducida por Ángel Melendo con una excelente introducción de Dámaso López.
Casa desolada, a elegir entre la estupenda y pionera versión de Fernando Santos en Alfaguara y la muy reciente de José Rafael Hernández Arias en la cuidada edición de Valdemar. Su última novela,
Nuestro común amigo, tiene también dos traducciones a elegir, la de C. Miró en Espasa y la más reciente de Damián Alou en Clásicos Mondadori, ambas recomendables. No he encontrado traducciones, ni fiables ni no fiables, de
Nicholas Nickleby, de Martin Chuzzlewit y de Dombey e hijo. En cambio, acaba de aparecer una cumplida versión de Bernardo Moreno Carrillo de
La tienda de antigüedades en Nocturna y otra de
Barnaby Rudge por Ramón González Férriz en La Otra Orilla, las únicas existentes. Y ahora vamos con unas pequeñas joyas pretendidamente menores. La primera, claro,
Canción de Navidad, la encontramos en edición bilingüe en Homo Legens y firmada por un valor seguro: José Luis López Muñoz. No debe confundirse con la titulada
Canciones de Navidad, que Espasa ha extraído (y revisado) de sus inagotables fondos y que contiene los estupendos relatos con que anualmente obsequiaba Dickens a los lectores. Y no menos estupendos son los relatos de fantasmas reunidos bajo el título
Para leer al anochecer, editados por Impedimenta y bien traducidos por Marian Womack y Enrique Gil-Delgado. Como curiosidad, la edición de Páginas de Espuma de Memorias de Joseph Grimaldi. Además, se pueden encontrar las
Estampas de Italia, bien traducidas por Ángela Pérez para Alba, y las
Notas de América en Ediciones B. Por último, dos volúmenes de cuentos de los colaboradores de su revista, incluido él mismo (
Una casa en alquiler y
La señora Lirriper, en Alba) y
Escenas de la vida de Londres (Abada editores) con las legendarias ilustraciones de George Cruikshank.
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