Los niños de los bellos días

Eduard von Keyserling

Traducción: Carlos Fortea

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Melancólica, soñadora, la joven Irma es una de esas personas que contemplan la vida como si de una obra de teatro se tratara y que, en lugar de tomar parte en ella, desempeñan su papel desde el otro lado del telón. Su marido, el barón Ulrich von Buchow, es todo lo contrario: un hombre pragmático y con los pies en la tierra. Mientras Ulrich centra su atención en la finca y la educación de sus dos hijos, Irma siente que, poco a poco, el deseo de cambiar su vida por otra más interesante se va apoderando de ella... hasta que, de improviso, un trágico acontecimiento da un vuelco a la situación y provoca que todos los conflictos lleguen a su punto álgido.

Los niños de los bellos días, última novela de Keyserling y una de las que escribió ya ciego, habla de amor y celos, vacío interior, grandes esperanzas y, a modo de prólogo del divorcio, el fracaso de un matrimonio.

Eduard von Keyserling

Eduard Graf von Keyserling nació en el castillo de Paddern, cerca de Hasenpoth (Aizpute), Curlandia, en 1855. Miembro de una antigua y noble familia alemana del Báltico, y familiar del filósofo Hermann Keyserling, estudió en la Universidad de Dorpat, pero fue obligado a abandonar sus estudios debido a un incidente que le alejó de los círculos aristocráticos. Tras mudarse a Viena, continuó estudiando y empezó a familiarizarse con las ideas sociales del naturalismo. Fue entonces cuando comenzó a publicar.

Los niños de los bellos días
Ficha
ISBN:

978-84-938013-9-7

Fecha de publicación:

Mayo 2011

Encuadernación:

Rústica con solapas

Páginas:

136

Precio:

14,00 €

Colección:

Noches Blancas, n.° 9

Género/temática:

novela, nobleza, relaciones románticas, divorcio

A Eduard von Keyserling se le ha comparado a menudo con Turgueniev; yo lo asocio también con Kawabata.

Peter Krauss

Bello y triste como una puesta de sol abrasadora, malsano como un apetitoso pecado. Una delicia leer a Keyserling.

Luis F. Moreno Claros (El País)

Keyserling no sólo representa un fin de siglo cronológico, sino que descubre el final de un mundo.

Manuel Hidalgo (El Mundo)

Eduard von Keyserling siempre será amado y siempre gustará.

Thomas Mann